El Señor Volcán
Era un sábado en la mañana, como cualquier otro sábado, los habitantes de Colima se preparaban para realizar sus actividades, muchos ni siquiera habían despertado y se reponían de la juerga del día anterior.
En la calles, se veían algunos transeúntes madrugadores, andando por ahí y disfrutando de una fresca mañana de Diciembre. Había muy pocos coches rondando por las calles, eran fáciles de contar, incluso había momentos en que las calles se quedaban bacías, tanto de coches como de transeúntes. La mayoría de las puertas de las casas permanecía cerradas, el silencio solo era roto por el canto de las aves y el sonido del viento que hacia mecer los árboles, todo estaba en calma en aquella bella ciudad de occidente.
Sin embargo, ese silencio tan pasivo, pronto sería interrumpido y no por algún suceso tranquilo, de esos que solo causan una mirada y después indiferencia, sería interrumpido por algo que acabaría con la paz de aquel momento. Desde el cielo, provino un ruido estruendoso, como una explosión que venía de quien sabe dónde, el ruido fue tan fuerte que hizo callar a las aves, retumbo las puertas y ventanas de las casas, dejo vibrando el suelo y los muros, a más de alguno le provoco que diera un grito de susto y de sorpresa.
Aquella ciudad se vio estremecida por ese grotesco ruido, todos sus habitantes al instante pasaron de la tranquilidad a un profundo sentimiento de incertidumbre, asombro y en algunos casi miedo.
-¿Qué pasó?- Era la pregunta predominante en las calles, andadores, banquetas, de todo. De pronto, el responsable de este suceso se hizo notar, parecía que quería adjudicarse el susto de la gente y lo hacía mostrando su poder, de su boca salía una enorme columna de humo, que parecía ser tan alta que pasaba por arriba de las nubes y las apocaba con su obscuridad, en efecto, el señor Volcán hizo acto de presencia en la región, sonreía con su fumarola como si se burlara al hacer su fechoría, además, nos mostraba que él seguía siendo el amo y señor de la región y tenía como comprobarlo, esa columna de humo era fácilmente vista por todos los habitantes de Colima, desde la cercanías sobre sus faldas, hasta la playa donde sus dominios se unían con las aguas saladas.
Era un fenómeno difícil de creer para quien no está acostumbrado a ver este tipo de espectáculos, incluso aterrador, sin embargo para los habitantes de este pequeño estado, acostumbrados a que este tipo de sucesos eran recurrentes en la entidad, el asombro no fue tanto, impactó por la magnitud de esta ocasión, sin embargo, constantemente veía fenómenos de menor escala a diario, este suceso provocó que los habitantes se sorprendieran, tomaran fotos e hicieran bromas al respecto, además claro de contar las experiencias de que hacías al momento del fenómeno.
Finalmente, los habitantes regresaron a sus actividades normales, aunque algunos aprovecharon el fenómeno para madrugar y comenzar su día antes del habitual, esta es otra experiencia más que agregar a la historia del vivir en este estado, bello desde sus regiones hasta en sus sucesos más inesperados.
Autor: Martín Ramírez Regalado